2.26.2007

Una de yonkis

A petición de Labeche voy a ver si soy capaz de sintetizar esta historia, que aseguro que es verídica, en unos pocos capítulos. Me ha costado años asimilarla, pero por fin la voy a escupir.
Hace dos años me mudé con C. a vivir al centro de la ciudad. Todo era nuevo para mí, que soy carne del extrarradio: bares donde comprar tabaco a las 2 a.m., bares donde desayunarme un pan con tomate, ajo y aceite, bares donde leer el As sin complejos, bares donde me venden un litro de leche en domingo...en fin, bares salva-culos por un tubo (sí, señores, sí para mí "mundo-bares" no dejaba de ser un mito urbano al que sólo visitaba de noche).
A lo que iba, que me despisto.
Era lunes por la mañana, yo estaba de baja en el curro y C. decidió pillar el día libre para ver el nuevo barrio en día de labranza.
Estuvimos ejerciendo de reserva intelectual de occidente, es decir, leyendo sendos periódicos en el parque, después de desayunar debajo de casa y comentando las noticias como si, en el fondo, ese día nos importara algo más que nosotros mismos gozando del sol de octubre.
Llega la 1 de la tarde y decidimos que ya es hora de irse recogiendo para hacer la comida.
Este es el punto en que se truncó nuestro tranquilo lunes al sol. Y es que el barrio nos deparaba otras inolvidables sorpresas.
Llegamos a la puerta de nuestro piso y, para pasmo nuestro, la llave entra, pero no gira...nuestro gozo en un pozo!! C. (a partir de éste día rebautizado como Expabileitor) con la pachorra que le caracteriza, se había dejado su llave metida en la cerradura por dentro.
Desconcertados por la situación (no habíamos tenido la precaución de dejarle la llave a ningún vecino) decidimos bajar al ultramarinos de la esquina donde Miguel, el dueño, campa a sus anchas, a ver si nos podía ayudar.
Entré en la tienda, mientras Expabileitor se quedaba a papar moscas en la puerta de casa y le pregunté a Miguel si sabía de algun cerrajero por el barrio que no me clavase por abrir la puerta de casa a la hora de comer.
Entonces, amigos míos, se abrió la puerta de un mundo paralelo cuando una voz a mi espalda espetó:
-"¿Bujcash un cerrajero? Yo shoy cerrajero, a lo mejor puedo echarosh un cable."
Manolo había hecho su entrada en escena (no creáis con el tiempo se ha vuelto casi imprescindible en nuestras vidas.
(continuará)

3 comentarios:

Lebeche dijo...

¡¡¡ALELUYA!!!.

Hemos (o debiera decir HE) conseguido, para suerte del cibernauta avezado, que Pietribus tire nuevamente de anecdotario. (Deberías llamar al blog anecdotario erótico-cotidiano-vecinal o Cosas que solo le pueden pasar a una Pietra como yo... algo asin).

Estas historias no deberían quedar en la perecedera tradición oral... deben quedar impresas aunque sea en el ciberespacio.

Espero ansioso la continuación.

Un beso.

Carlos Paredes Leví dijo...

No sería un ángel?

pietrapómez dijo...

Te aseguro que no, aunque...ahora que lo pienso...mira, lo mismo sí que era. Al menos por el papel que después jugó!
Encantada de tenerte por aquí, el blog más irregular que conozco