2.28.2007

Influjos (MEME)

Recojo el guante arrojado por el querido Labeche, y trataré de sintetizar las cosas, personas, pensamientos y sensaciones que me hayan dejado huella, aunque el eclecticismo me parezca una ventaja.
Creo que lo categorizaré:
Filosofía y pensamiento: Aristóteles, Kierkegaard, Ciorán, Zambrano y Camus, por ejemplo.

Lamentable, como este blog, resulta que me he metido a hacer unas modificaciones (en realidad a editar los enlaces) y se me ha borrado la mitad...es lo que hay!

Una de Yonkis (2ª parte): Manolo


Esa voz... esa voz me sonaba a los parques de mi barrio en los años 80.
Me dí la vuelta y allí estaba: Manolo en todo su esplendor. Un metro ochenta, 45 kg en canal, sólo la mitad de los dientes, los ojos hundidos en la nuca y una chaqueta de chándal azul...directamente indescriptible.
- ¿No llevarás una radiografía en el bolso?- Me dice
- Pues hombre, verás, es que yo no acostumbro a bajarme el historial médico al parque, pero vamos que por qué no!- contesté yo estupefacta.
El caso es que el pibe se fué a su casa para traer una suya para meterla por la rendija de la puerta y abrirla.
A todo esto, C. estaba en la puerta de nuestra casa sin saber con quién coño había yo ido a dar. Cuando nos vió llegar (éramos la extraña pareja) flipó. Me lanzó una de sus miradas "jodertianotepuedodejarsolaunmomento" y ya cuando vio esas manos temblorosas acercarse a la cerradura casi llama a la policía.
El caso es que, tras cosa de una hora con Manolo maniobrando y los vecinos flipando, estábamos a punto de llamar a un cerrajero, cuando se le ocurre la genial idea de pedirle a mi vecina que le deje saltar de terraza a terraza (vivo en un 3º).
La pobre chica le dijo que ni de coña, que ella no se hacía responsable de eso y que sin una cuerda de seguridad, no.

Allá que se fué mi Manolo, ¿que quieren una cuerda de seguridad? Pues la vais a tener.
Yo me quedé esperando a que volviera en la puerta del portal y allí me aconteció otra miniaventura con un vecino boliviano,que me reservo para otra ocasión.

Qué es esa figura que se dibuja en lo alto de la cuesta? ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Noooo, es Manolo con una "cuerda de seguridad"
El camarada venía con una maroma de 20 cm de ancho, que pesaba un quintal y a gritos me decía:

-A ver si le parece lo suficientemente segura esta cuerda a la hija de puta de tu vecina!

Vecina que, por supuesto, estaba siguiendo los acontecimientos en tribuna, desde su terraza y que, gracias al atinado comentario no nos dejó saltar por la terraza

Para no eternizarme. Tras un par de intentos más con la radiografía del pié de Manolo, la puerta se abrió casi milagrosamente, entonces Manolo se soltó: - Yo, ej que, mas bien que a las cerraduras, me dedico a los canutos. A venderlos, vaya.
Yo ví el cielo abierto y le pedí que me trajera 20 eurillos.
Entró en casa y yo no pude por menos que invitarle a una cervecita sintiendo la mirada reprobadora de C. a mis espaldas.

- Tía, ej que yo tengo una enfermedad que no me deja beber alcohol, ahora, de tripis me pongo jarto!!
Yo me quedé alucinada y le pregunté qué extraña enfermedad era esa que no le permitía beber y sí ponerse de ajos:

- Ná, la esquizofrenia.

Eso por preguntar.

2.26.2007

Una de yonkis

A petición de Labeche voy a ver si soy capaz de sintetizar esta historia, que aseguro que es verídica, en unos pocos capítulos. Me ha costado años asimilarla, pero por fin la voy a escupir.
Hace dos años me mudé con C. a vivir al centro de la ciudad. Todo era nuevo para mí, que soy carne del extrarradio: bares donde comprar tabaco a las 2 a.m., bares donde desayunarme un pan con tomate, ajo y aceite, bares donde leer el As sin complejos, bares donde me venden un litro de leche en domingo...en fin, bares salva-culos por un tubo (sí, señores, sí para mí "mundo-bares" no dejaba de ser un mito urbano al que sólo visitaba de noche).
A lo que iba, que me despisto.
Era lunes por la mañana, yo estaba de baja en el curro y C. decidió pillar el día libre para ver el nuevo barrio en día de labranza.
Estuvimos ejerciendo de reserva intelectual de occidente, es decir, leyendo sendos periódicos en el parque, después de desayunar debajo de casa y comentando las noticias como si, en el fondo, ese día nos importara algo más que nosotros mismos gozando del sol de octubre.
Llega la 1 de la tarde y decidimos que ya es hora de irse recogiendo para hacer la comida.
Este es el punto en que se truncó nuestro tranquilo lunes al sol. Y es que el barrio nos deparaba otras inolvidables sorpresas.
Llegamos a la puerta de nuestro piso y, para pasmo nuestro, la llave entra, pero no gira...nuestro gozo en un pozo!! C. (a partir de éste día rebautizado como Expabileitor) con la pachorra que le caracteriza, se había dejado su llave metida en la cerradura por dentro.
Desconcertados por la situación (no habíamos tenido la precaución de dejarle la llave a ningún vecino) decidimos bajar al ultramarinos de la esquina donde Miguel, el dueño, campa a sus anchas, a ver si nos podía ayudar.
Entré en la tienda, mientras Expabileitor se quedaba a papar moscas en la puerta de casa y le pregunté a Miguel si sabía de algun cerrajero por el barrio que no me clavase por abrir la puerta de casa a la hora de comer.
Entonces, amigos míos, se abrió la puerta de un mundo paralelo cuando una voz a mi espalda espetó:
-"¿Bujcash un cerrajero? Yo shoy cerrajero, a lo mejor puedo echarosh un cable."
Manolo había hecho su entrada en escena (no creáis con el tiempo se ha vuelto casi imprescindible en nuestras vidas.
(continuará)