2.28.2007

Una de Yonkis (2ª parte): Manolo


Esa voz... esa voz me sonaba a los parques de mi barrio en los años 80.
Me dí la vuelta y allí estaba: Manolo en todo su esplendor. Un metro ochenta, 45 kg en canal, sólo la mitad de los dientes, los ojos hundidos en la nuca y una chaqueta de chándal azul...directamente indescriptible.
- ¿No llevarás una radiografía en el bolso?- Me dice
- Pues hombre, verás, es que yo no acostumbro a bajarme el historial médico al parque, pero vamos que por qué no!- contesté yo estupefacta.
El caso es que el pibe se fué a su casa para traer una suya para meterla por la rendija de la puerta y abrirla.
A todo esto, C. estaba en la puerta de nuestra casa sin saber con quién coño había yo ido a dar. Cuando nos vió llegar (éramos la extraña pareja) flipó. Me lanzó una de sus miradas "jodertianotepuedodejarsolaunmomento" y ya cuando vio esas manos temblorosas acercarse a la cerradura casi llama a la policía.
El caso es que, tras cosa de una hora con Manolo maniobrando y los vecinos flipando, estábamos a punto de llamar a un cerrajero, cuando se le ocurre la genial idea de pedirle a mi vecina que le deje saltar de terraza a terraza (vivo en un 3º).
La pobre chica le dijo que ni de coña, que ella no se hacía responsable de eso y que sin una cuerda de seguridad, no.

Allá que se fué mi Manolo, ¿que quieren una cuerda de seguridad? Pues la vais a tener.
Yo me quedé esperando a que volviera en la puerta del portal y allí me aconteció otra miniaventura con un vecino boliviano,que me reservo para otra ocasión.

Qué es esa figura que se dibuja en lo alto de la cuesta? ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Noooo, es Manolo con una "cuerda de seguridad"
El camarada venía con una maroma de 20 cm de ancho, que pesaba un quintal y a gritos me decía:

-A ver si le parece lo suficientemente segura esta cuerda a la hija de puta de tu vecina!

Vecina que, por supuesto, estaba siguiendo los acontecimientos en tribuna, desde su terraza y que, gracias al atinado comentario no nos dejó saltar por la terraza

Para no eternizarme. Tras un par de intentos más con la radiografía del pié de Manolo, la puerta se abrió casi milagrosamente, entonces Manolo se soltó: - Yo, ej que, mas bien que a las cerraduras, me dedico a los canutos. A venderlos, vaya.
Yo ví el cielo abierto y le pedí que me trajera 20 eurillos.
Entró en casa y yo no pude por menos que invitarle a una cervecita sintiendo la mirada reprobadora de C. a mis espaldas.

- Tía, ej que yo tengo una enfermedad que no me deja beber alcohol, ahora, de tripis me pongo jarto!!
Yo me quedé alucinada y le pregunté qué extraña enfermedad era esa que no le permitía beber y sí ponerse de ajos:

- Ná, la esquizofrenia.

Eso por preguntar.

5 comentarios:

Lebeche dijo...

Doy fe de que lo que se cuenta en estas lineas, por muy psicodeñico que pudiera parecer es verídico. Yo he tenido el enorme placer de conocer al menda de marras y puedo asegurar que jamás le hubiera no sólo dejado venir a mi casa sino siquiera acercarse a las inmediaciones. Además los petas eran de los de caer fulminado al sofa y no me preguntes como me llamo. Inoperativos del todo.

abrazos

Carlos Paredes Leví dijo...

Una vez, hace años, mirando una revista deportiva, aparecía Diego Armando Maradona y sus hermanos vestidos para una ocasión relevante, o eso supongo, ya que iban de smóking. Bien, pues uno de los hermanos, encima de tan glamourosa prenda, llevaba un abrigo de pieles blanco. Sí, horroso, tal como estás pensado.
Lo que me hizo sonreír, fue un breve texto del periodista a pie de foto: "el atuendo no traiciona al barrio".

pietrapómez dijo...

jajaja, veo que has captado la idea!

Ijon Tichy dijo...

Hola! Caigo aquí desde el blog de Lebeche y veo que pinche el link acertado. Buenísimas tus historias.

Sobre lo de la llave te diré que es de lo más normal.

A mí me ocurrió en una ocasión con el agravante de que estaba cocinando y bajé al trastero a buscar algo....con un llavero que no era el de la puerta de casa. Podéis suponer que el pánico era mayor al tener un guiso al fuego.

Pues bien, un amable vecino me socorió y me enseño a abrir la puerta con una tarjeta de crédito con relativa facilidad (aclaremos que tal vecino no era, aparentemente, un elemento similar al citado Manolo).

Desde entonces, he tenido que utilizar la maña de la tarjeta al menos en otras dos ocasiones sin mayores problemas.

pietrapómez dijo...

Bienvenido Ijon. Lo de la tarjeta o DNI para abrir va en función de la puerta y la mía es de las chungas.
Hoy 2 de marza, me ha castigado dios (o lo que sea) por publicar esta historia y Empaneitor (o sea, mi chico) ha vuelto a regalarme un momento de gloria con Manolo puesto que se ha vuelto a dejar la llave por dentro. Esta vez la puerta se ha puesto cabezona y he tenido que acudir a un profesional que me ha dejado temblando (60 euros). Me voy a ver tu blog. Saludos