3.28.2008

Con el culo al aire

Muy buenas.

Llevo siglos y más siglos sin publicar, pero no por falta de anécdotas, no...por exceso de pudor.

Hasta que no lo supero no me puedo exponer, queridos,(ni brindaros la posibilidad de que veáis que siempre hay uno más desgraciado que tú).

Para los que no me conocéis, trabajo en una empresa municipal de mi ciudad. Una de mis atribuciones es, nada menos, que ser la primera imagen de la empresa (sí, sí, has leido bien).

Hoy voy a contar aquí, para hacer un poquito de autoescarnio, cómo se te puede joder una tranquila mañana de un lunes cualquiera, así, sin verlo venir.

Para este trabajo he tenido que aprender a maquillarme y andar con tacones (lo que me ha costado no pocas torceduras de pie y varios "mecagüen" contenidos...no queda fino, no?).

Pues hace unos cuantos lunes, aquí estaba yo, dando el pego, arregladita y muy formal...hasta el momento en que llegó una visita para uno de los directores.

Ahí se jodió el día.

Los que no tenéis que sufrir una camisa con forma (no de esas que usan los tíos que son igual de anchas por el pecho que por la cadera, no...una de las de chica, el detalle es importante).

El caso es que llegan dos tipos para ver al jefe y una, que es muy educadita cuando quiere, les pregunta si quieren beber algo mientras esperan.

Los tíos, mirando al suelo me contestan en un murmullo..."nononono, gracias, señorita".

Para llevarles a la sala de espera hay un pasillo muuuuuy largo y yo acostumbro a darles un poquito de charla para que o se les haga pesado, pero los tíos, nada, ni palabra.

Claro, yo pensé que eran un poquito estirados o bien que llevaban estreñidos un mes, que con estos del PP nunca se sabe, y si no mirad la Espe, como se las gasta!!

Bueno, algo me dijo que la cosa no iba bien por que los tipos no me miraban a la cara cuando les hablaba y, sin embargo, mis compañeroas me hacían gestos.
Entre que muy espabilada no soy y que no estoy acostumbrada a que me hablen por señas pensé: "Ya está: llevo un moco colgando cual troll al anochecer". Saqué un kleenex de mi bolsillo y, disimuladamente, me soné la nariz.

"Ya está. Asunto zanjado".

Por supuesto, eso no sucedió.
La cosa iba de mal en peor, porque no sólo me hacían gestos indescifrables, sino que empecé a percibir codazos y risitas.

"Coño, con el moco persistente...pero si acabo de limpiarme. Pues no va a poder conmigo!!!

Total, que dejo a los señores estirados en la sala de espera y vuelvo para mi sitio.
Mientras voy andando para la entrada, empiezo a notar una brisa, mas bien fresca, nada menos que en la tripa.

Sí, tíos, sí...la pesadilla de cualquier quinceañera (qué quereis, aun no he superado esa etapa!):
La camisa se me había abierto, pero no un botoncito, no..eso hubiera sido recuperable: se me abrieron los 3 centrales (vale, sí, he engordado un poco desde que compré la camisa, pero no sabía que tanto!).
Me paseé medio en pelotas por toda la oficina y los hijos de puta de mis compañeros, en vez de avisarme abiertamente, se dedicaron a hacerme gestitos que mi cerebro a medio hacer no descifró de modo correcto.

Tras eso, como buena aprendiz de funcionaria, me tuve que coger la baja por depresión y llevo un pastón en psicólogos.
Ah! También me he puesto a dieta

Aún no lo he superado...